SSIFF62 (5): Y funde a negro Donosti

SSIFF62 (5): Y funde a negro Donosti

Hace ya algunas semanas que vi Winter Sleep (Nuri Bilge Ceylan, 2014), y todavía no he conseguido superarlo, sigo en ella, en el ático de la Zurriola con mis compañeras de piso, recordando el primer momento en el que entré por la puerta, en la experiencia colectiva de compartirlo todo. Vives en un continuo estado de excitación emocional, de conversaciones profundas e intensas, igual que los paisajes helados de la Capadocia turca. Esas imágenes de la película, me encojen sobremanera el alma, duelen, y por mucho que lo intente no puedo abarcarla, medirla, cerrarla… permanece vinculada a mis sentimientos en Donostia.

Winter Sleep indaga en la brecha expandible de un arte que no admite clasificación. Sería imposible pensar en ella como algo meramente cinematográfico, permuta nuevos dispositivos para ir más allá del soporte fílmico, no acaba, fluye en la tautología del propio pensamiento.

Quiero detenerla pero no puedo, ese es mi deseo, pero ignoro el calado de su cine, pienso en ella y en el festival, primero porque quizás sea la película más importante de las que he visto pero también porque es la que más me hace pensar en vosotras, en el espacio habitado en la Zurriola

Ahora mismo, no sé por qué, tengo presente la imagen del libro de Crimen y Castigo que pululaba los primeros días por el apartamento. Antes de conocerte, Blanca, y asociarlo como tuyo, ese libro quemaba, por la potencia de sus palabras que me han impedido siempre dominarlo, ¡qué pequeño me siento ante la magnitud de la obra de Dostoievski! Y luego apareces tú expresándote con esa facilidad intelectual, hermosa, fluida, sabia para tu corta edad. Me sentía abrumado por esa grácil manera de hablar debido a que a mí me cuesta darle voz a un pensamiento cohibido, oculto sin una forma precisa o adecuada.

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Brillante intensidad de luces y sombras en una habitación como intensa es la luz de las dependencias del hotel de Winter Sleep. Retumban en mi cabeza los diálogos del protagonista, los rostros sumidos, ejemplos de alineación humana, las panorámicas frotando lumínicas abstracciones. Es ir de lo profundo a lo sencillo. A través de la mortalidad, Ceylan crea campos de narración limpios y sensibles. Cuando salí de ver la película ansiaba comentarla contigo y con las demás pero aún no la habíais visto, tuve entonces que retenerme, somatizarla llevándola secreta conmigo hasta ahora, porque solo deseo saber ¿qué es Winter Sleep para ti Blanca? o para quién pueda responderme, ¿qué sentido alberga en vosotras algo tan descomunal como lo que manifiesta Ceylan en el ensamblado prodigioso de su mitología?

Si existe algo que en verdad llame la atención del director, es como altera los sonidos, apenas hace uso de la banda sonora extradiegética, pero le saca un enorme partido a lo sonoro. Aquí utiliza la Sonata No 20 in A Major para piano de Schubert como leit motiv contenedor, preciso e integrado envuelve la sinergia óptica de los silencios, detalla sin exaltar el contorno de las relaciones.

Es práctico en la sutileza de buscar atmósferas ampliando recursos auditivos, el mismo cantar de un pájaro, el soplar del viento, el crujir del fuego, la imagen-pulsión encuentra la manera de sonar, desarticular los sentidos volviéndolos libres. La naturaleza prima en las historias del realizador turco, pero no ensimismados paisajes sino espejos de la condición humana

Tú, Blanca, seguramente detectarás en la película miles de referencias literarias o filosóficas, las tiene, son tantas que no pararé en enumerarlas pero me gustaría cercar una posición más o menos definida con los significados latentes tras los planos. Medidas geométricas en los encuadres que distorsionan el lenguaje misterioso, esotérico, de lo perdido. A diferencia de otros trabajos de Ceylan hallamos superabundancia de diálogos en su última película. Hablan porque la conciencia pesa en las punzantes y dolorosas conversaciones entre los protagonistas, pero no son palabras vacías, son letra y partitura de una coda final impresionante.

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Y es ahí donde quería llegar, a la escena final, el momento esencial que lo cambia todo. A grandes rasgos, la mujer asomada a la ventana mientras abajo el marido aparece en el hotel después de pasar una noche en casa de un amigo. En un movimiento reversible ligeramente picado la imagen se llena de temporalidad, y casi rompiendo la cuarta pared una voz en off que no solo se dirige a ella sino a todos los espectadores, se hace fuerte como un narrador omnisciente. En esa escena, la ventana, tan importante en el cine de Ceylan, es la puerta a la dimensión exterior, fluye por tanto los dos espacios, el interno, espiritual, con el orgánico, lo vivo. Las vistas finales de un paisaje interminable, con un uso somático del formato scope y de las cámaras digitales de alta definición, cambian el lenguaje preexistente y terminan dándole a la película esa propagación a la que me refería. Todo está en ese final, una mágica consumación de imágenes inteligentes, todo lo que no puedo, ni quiero expresar con palabras duerme en las orillas de Winter Sleep. Dime Blanca, decidme vosotros, ¿cómo abarcamos una obra abierta que no pone fronteras a su trascendencia? ¿Cómo hablamos de ella sin hablar de nosotros mismos? ¿cómo se hace eso?

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firma david blanca

…creo que no se hace, David o, si lo intentamos, hablaríamos (de) cine muerto. y coincido contigo: ésta, más que muchas, película sinfin, existencia apabullante que insiste en recordarnos que al tiempo imaginario sólo accedemos desde los ojos propios…

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el sol matutino en Barcelona, la mañana del pase de prensa, remitía al día en que nosotras habíamos perdido la proyección en el Zinemaldi, exactamente una semana atrás. al espacio que evocas donde, involuntariamente, compartimos tu conmoción al regresar de Winter sleep: tú último visionado allí – mi primer visionado tras el descanso lógico postfestival. pero para mí también han pasado semanas en las que me he sentido incapaz de escribirla, a pesar de haber descifrado pronto qué elementos en ella me habían cautivado; la visión y mis palabras han hecho bola, atragantándome un aglomerado espeso, casi imposible que fluya.

podría intentar destaponarme con un ejemplo. uno de los orificios en las tres horas que me ha obsesionado, secuencia que repaso una y otra vez sin saber ya si fue o la he producido en mi cinexin particular: el matrimonio en una habitación, la cámara discurre captando el ambiente cuando, de pronto, vira sin aspavientos para descubrir un cuadro, la misma imagen del cartel promocional de Winter sleep. un giro que probablemente no lo buscara, pero me produjo el sobresalto de la ilusión rota, el quebranto de un sueño tan astillado de por sí que me eleva junto a la película al territorio propio de la manía.

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La nieve cortó el camino
tú no estabas
me senté con las piernas cruzadas
contemplando tu rostro
con los ojos cerrados.

No pasaban barcos ni volaban aviones
tú no estabas
yo permanecía apoyado en la pared
hablando y hablando
sin abrir la boca.

Tú no estabas
mis manos te acariciaban
yo me tapaba la cara con las manos.[1]

y es que tiendo a enquistarme en mis palabras. puedo aparentar esa fluidez de la que hablas, David, pero deberías saber que es la capacidad actante de quien nunca ha sabido lidiar de frente y precisa recogerse en soliloquios aprendidos, plegados como una máscara. al fin y al cabo yo también he crecido en escenarios y me refugio ahora en el teatro, esa seguridad de performar una existencia estable, puesto que no sólo como Adyin sino el resto de personajes, al alejarse de la unidad del libreto se percibe el absurdo de ser actor, aislado e infinito por el vacío. es mucho más fácil hablar en un salón, rodeada de personas a las que no sólo quieres sino que consiguen trasplantarte la palabra emocionada, que ante el documento sordo. empleo por tanto tu pregunta como asidero, y con la ventaja del que contesta puedo ver como ambos hemos leído la obra desde nuestros emplazamientos-persona. al volver del pase me preguntaba cómo la habrías percibido tú, y al leerte he confirmado la intuición de que, sin contradecirnos, tiramos de hilos distintos para comprender un mismo relato, tejidos que espejean inevitablemente quién somos.

porque en Winter sleep hay una tensión continua. tú señalas la capacidad de expansión orgánica que Ceylan compone, dando así cabida a un naturalismo feroz que sobrecoge por su existencia infinita, y cuando lo haces siento una identificación entre esa integridad y tu persona, un mismo proceder en el brotar de pensamientos complejos, sentimientos hondos, con la sencillez y belleza del mecanismo natural. pero para mí, aun palpando esta cualidad, creo que es igualmente esencial a su cosmos la ambivalencia de la puesta en escena.

un extrañamiento que constantemente te desplaza y hace dudar, una oscilación entre luces y sombras, parlamentos y silencios extremos, rigidez y excitación; la artificiosidad propia de la dramaturgia. la obra como una (mi) vida, aparentemente uniformada pero consciente a cada momento de su fragilidad y ejecución ficcional.

se muestra una historia en la que permanentemente estoy nerviosa, como si en cualquier momento la trama fuera a detenerse y sus habitantes, incapaces de mantener el carácter impuesto, fueran a emanciparse de su propia fábula. una rebelión que en ningún momento ocurre pero siento latir como libido directriz, potencia de intrahistorias que no son puesto que no han sido escritas, pero que conducen los acontecimientos hacia una autonomía tan desesperada como la de los Personajes de Pirandello

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Toi aussi, tu me crois fou. Et pourtant, qu’est-ce qu’un dieu pour que je désire m’égaler à lui?
Ce que je désire de toutes mes forces, aujourd’hui, est au-dessus des dieux. Je prends en charge un royaume où l’impossible est roi.[2]

este sentimiento vino propiciado desde el comienzo de la película, donde una serie de trazas avivaron un estado de alerta, sabiendo que numerosas referencias, como tú señalas, puede que claves para comprender el conjunto, se me escaparían. y en las señas literarias se me aparecían pivotes para encender, no sólo las características puntuales sino también el doblez íntegro. en lo particular, por ejemplo, hubo dos huellas explícitas pero indirectas que me dibujaron al protagonista. la reproducción de otro cartel en su despacho: representación de Calígula; el nombre del hotel, en segundo plano en una escena fija: Othello. como documento de identidad no evidente, parecía que Ceylan quisiera así abrirnos el interior de un Adyin impasible mediante la metonimia. un tirano confundido por el absurdo mortal, la ambición sobre lo humano, y el amante ciego más allá de la razón, que en la inseguridad de sí frente a los otros pretende destruir aquello amado.

pero, sobre todo, esta condición dramática me hace pensar en Winter sleep como un paradigma radical de la obra progresiva romántica. tantas veces como me han adoctrinado en la dimensión de la ironía en diferentes aulas de universidad… y creo que pocas veces como aquí he podido comprender la magnitud estética de ese movimiento desdoblado, fundación de Schlegel al defender el arte como el espacio de la paradoja, en que conviven espontaneidad (emoción) y reflexión (autoconsciencia) en pura horizontalidad. no la noción de ironía retórica, en la que un discurso no explícito prevalece sobre lo dicho, sino que Winter sleep se ríe y juega con su propia textura, al tiempo que su relato es genuino y severo. Pienso ahora en escenas, como la dilatación temporal cuando el padre alcohólico descubre el donativo de Nihal o el juego de citas de Ricardo III, diálogos-matrioshka de desvelamientos despiadados entre el matrimonio, e incluso personajes, como Necla –tercera en discordia–, cuya función estructural semeja a la del contrapunto que descubre lo fraudulento en los demás y en sí misma. pero, sobre todo, quizá el empleo más brillante de esta ironía sea ese Schubert, sublimación del sentimentalismo pero, a momentos, casi caricatura del protagonista que enmarca, cuya efusión es tan limitada como estricta es en la partitura la marca del rubato.

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Put out the light, and then put out the light: / If I quench thee, thou flaming minister,
I can again thy former light restore, / Should I repent me: but once put out thy light,
Thou cunning’st pattern of excelling nature, / I know not where is that Promethean heat
That can thy light relume.[3]

hablamos constantemente de los festivales, del supuesto prestigio y labor de difusión, pero apenas reconocemos la intensísima vivencia personal, como espectadores y pensantes, como amateurs en comunión.

y obviamente no es cuestión de la experiencia en sala, sino de la posibilidad de acoplar discursos en la inmediatez de la cháchara, de esa crítica instantánea, voluble y preciosa que mana al mezclar el ritmo frenético, los sentidos disparados y el contacto interpersonal.

de los afectos surgen las palabras más limpias. no puedo saber cómo hubiera sido para mí Winter sleep en una realidad paralela en la que no nos hubiéramos dormido para la proyección del sábado en el Zinemaldi. estoy segura de que totalmente distinta, envuelta por vuestras miradas. pero lo que me entristece es imaginar que entonces hubiera tenido fluidez en las palabras, ninguna ansiedad ante una película que se me escapa, inaprehensible, no esta sensación de insuficiencia en mis reflexiones, incompletas porque no son dichas en voz conversada.

era extraña aquella mañana que volví a un cine en la ciudad que tiene mar pero lo niega. echándoos de menos al contemplar estepas nevadas, añorando la ciudad donde la mar organiza la respiración y donde la soledad no es posible, ya que se interrumpe de risa.

Ofrenda

(Salí con tu rostro luego
A una calle que se cree calle
Salir,
como si fuese un atardecer).[4]

BlancaPDavid Tejero

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[1] Nazim HikmetÚltimos poemas (1959-62)

[2] “También tú me crees loco. Y sin embargo, ¿qué es un dios para que yo desee igualarme a él? Lo que deseo hoy con todas mis fuerzas está por encima de los dioses. Tomo a mi cargo un reino donde lo imposible es rey.”; Albert CamusCalígula (1944)

[3] “Podría extinguirte, flamígera emisaria, y después devolverte la luz anterior si fuese a arrepentirme. Mas, muerta tu llama, criatura perfecta de la naturaleza, no sabría dónde hallar el fuego prometeico que te diera nueva luz.”; William ShakespeareOtelo (1603)

[4] Ilhan BerkRío hermoso (1988)

[5] Todas las imágenes corresponden a Winter sleep (Nuri Bilge Ceylan, 2014) con excepción de los archivos personales en el festival de San Sebastián y el montaje del cartel promocional de la película, fundido con una obra de Kemal Önsoy.