Les variations Dielman

Mi primer acercamiento al cine de Chantal Akerman fue a través de Jeanne Dielman, una película que se convirtió instantáneamente para mí en una caja de resonancias. Y si hay algo que admiro en el cine es eso justamente, que la película que veo me genere un eco que se prolongue días, meses o, mejor aún, como en este caso: años. Desde aquel primer visionado no me la pude sacar de la cabeza y he vuelto a ella en numerosas ocasiones, intentando desvelar sus misterios. Porque Jeanne Dielman es una película llena de misterios. Misterios de otra índole a los paseos nocturnos de Jeanne y su hijo. Misterios que tienen que ver con el espacio y el tiempo, como casi toda la obra de Akerman.

 

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Pero, ¿cómo desvelar los misterios de una obra que te abisma? Ya dijo Frank Zappa que escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura. Y decía el escritor español Rafael Chirbes, sobre sí mismo, que sabía de literatura lo mismo que sabe un pájaro de ornitología. Si juntásemos sendas frases y las extrapolásemos al arte cinematográfico, no podría definirse mejor mi manera de acercarme a una película, ya que no me es posible más que desde la intuición y desde mi hábitat natural: la sala de montaje.

 

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Destripar Jeanne Dielman desde la edición, plano por plano, fue un trabajo apasionante y una de las mayores lecciones de cine que haya recibido nunca. La película y yo, a solas, sin libros, sin referencias. Sólo imágenes y sonidos. Conforme avanzaba en la cirugía algo me decía que una película tan horizontal, tan de tiempo real, tan Warholiana en cierto modo, tenía que poder leerse en contra de eso mismo.

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Esos largos planos yuxtapuestos, con su transcurrir como el río de Heráclito, donde todo fluye y nada permanece pero, por otro lado, no deja de repetirse con el mismo cuadro una y otra vez, debían estar planteando algo más allá de la propia experiencia de acompañarlos en su discurrir.

 

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De alguna manera sentí que los propios planos me pedían que los leyese a la contra, en vertical. Y de ahí surge el espíritu deLes variations Dielman, de subvertir el propio principio de la película para descubrir que no es sólo una sucesión de planos paseables, sino también apilables, como si fuesen peldaños de una escalera que se superponen para revelar (tanto en el sentido de mostrar como de volver a velar, a ocultar) fantasmas de rutina, simetrías de recorridos y sombras en los márgenes del cuadro.

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Poco a poco empezaba a brotar el descubrimiento del rigor extremo, que soporta lecturas tanto en el eje de X como en el de Y. Y poco a poco, en paralelo, con cada hallazgo, iban surgiendo nuevos misterios que desentrañar y que hacen de Dielman una película inagotable a la que nunca dejaré de volver y de la que nunca dejaré de aprender.

Fernando Franco

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[1] Texto de Fernando Franco incluido en Chantal Akerman, monographie publicado en ocasión del la 1ª Edición del Festival Bande(s) à part.

[2] Los montajes de sonido pertenecen a distintas escenas de la película y distintos fragmentos de Frank Zappa y sus canciones Montana 1973, Peaches en Regalia 1971 y  Brown Shoes don´t make it 1979