El paisaje atravesado
“Pero lo esencial, por supuesto, es que
el tren sigue siendo el lugar prototípico en el que se elabora,
en pleno siglo XIX, el espectador de masa, el viajero inmóvil.
Sentado, pasivo, transportado, el pasajero de tren aprende pronto a mirar
el desfile de un espectáculo enmarcado; el paisaje atravesado.”1
Tokyo is a city crisscrossed by trains, tied together with electric wire, she shows her veins.
Me gusta pensar en el tren como objeto cinematográfico provocador de historias, amores, encuentros, desencuentros, conflictos y viajes increíbles. Ahora hace mucho que no viajo en tren, aunque sí guardo recuerdos difusos de uno o dos veranos alternando trenes para alcanzar algunas de las capitales de la vieja Europa. En mi caso nadie me invitó a bajar del tren y pasear por alguna entrañable ciudad hasta el amanecer, claro que sí quedó un álbum de historias por contar. No sé si fue el cine el que colmó de romanticismo el viaje en tren o si el tren siempre trajo consigo cierto sentimentalismo, pero lo cierto es que en el momento en el que me subo a un tren imagino todas estas historias llenas de cine y literatura en las que soy yo la heroína protagonista. Aunque eso quizá sea solo cosa mía.
“… ni siquiera la fotografía del cine es asible, es palpable; se proyecta en movimiento, es decir, está apareciendo y desapareciendo2”
El espectador se sienta delante de una pantalla y ve como las imágenes entran y salen formando, o no, el conjunto al que llamamos historia. Así como el pasajero se acomoda en el tren y mira por la ventana. El paisaje fuera se presenta como una sucesión de flashes similares al pasar de un fotograma a otro en el rollo de película. Extrañamente los dos, pasajero y espectador, se mecen en una pausa dentro de sus vidas para formar parte de un momento que poco les pertenece. Con tan solo mantener los ojos abiertos se deleitan en el gusto del que mira e interpreta lo que ve, manteniéndose ajenos (en la medida en la que les interesa o en que lo de fuera) lo que está en frente, les incluye. Dos sujetos de cuerpo inmóvil, pero de mirada ambulante. 
Mirada que corretea de un lugar a otro en el resguardo de un marco limitado y fronterizo, el de la ventana y el de la pantalla.
He estado pensando en la experiencia del tren y la experiencia del cine como análogas,
ambas se entienden como experiencias colectivas, pues se realizan en la compañía mayoritaria de desconocidos, pero no en tanto, se trata de una apreciación individual sujeta a las emociones de cada cual. Lo pienso yo ahora pero me lamento y me alegro al descubrir que ya lo dijeron mejor antes:
“Tren y cine transportan al sujeto hacia la ficción, hacia lo imaginario, hacia el ensueño, y también hacia otro espacio en el que se suprimen, parcialmente, las inhibiciones. El sujeto del cine y el sujeto del ferrocarril es un sujeto de masa, presa de un ser-de-espectador anónimo y colectivo.”.3
Get off the train with me, le dijo Jesse a Céline. Y Céline cogió sus maletas.
Sofía Machain
(1) y (3) AUMONT, Jacques. El ojo interminable: Cine y pintura. Barcelona: Paidós Ibérica, 1997.
(2) Cita de Julián Marías dentro de : GUBERN, Román. Historia del Cine. Barcelona: Editorial Lumen, 2006.
Fotomontajes y Gif a partir de las películas Before Sunrise (Richard Linklater, 1995); El conformista (Bernardo Bertolucci, 2006); Sans Soleil (Chris Marker, 1983); Mystery Train (Jim Jarmusch, 1989); Dead man (Jim Jarmusch, 1995). The Darjeeling Limited (Wes Anderson, 2007), The lady vanishes (Alfred Hitchcock, 1938)