Árbol Genealógico
Cuando más nos vemos es cuando nos vemos de espaldas, cuando intuimos los gestos sin verlos con la conciencia dada la vuelta, en ese gesto en el que el otro parado parece que no se mueve, pero avanza, y nosotros nos quedamos mirando desde lejos, hundidos los pies en el suelo, confiando en una vuelta, un regreso, con la conciencia del revés, mirando la nuca del que en realidad nunca se ha ido, aquel al que le confiamos la vida, las noches más oscuras, al que vimos desnudo frente a nuestro cuerpo, al que vimos de rodillas, herido, catapultado a la infinitud, aquel que nos miraba con las manos, desechas a veces, rotas. Nuestras almas rotas, nuestras pero rotas. Elegante el gesto de dejar marchar siempre y seguir mirando las nucas. Estancados en el suelo, clavados a esta tierra oscura. Sin sol no puedo trabajar y tú inventaste una historia absurda que sucedió hace años, en la historia te querías matar, lo harías después. te creyó y te creí, quise verte una vez más y desapareciste para seguir apareciendo sin cesar detrás de las puertas, las ventanas, en los crujidos del suelo de la casa donde te bese por primera vez, donde (o quizá cuando) te fotografié para siempre para desgracia de mi recuerdo. Me alumbro y tú desapareces. Te alumbras y ya no existo más.
ZOOM A MI OJO DERECHO, ZOOM A MI OJO DERECHO
Te escribo porque tengo miedo porque sé que las cosas están cambiando rápido a mí alrededor, cuerpos y mentes, cómo se relacionan… incluso mi casa está cambiando, hace más calor y cada vez es más pequeña, sino, ¿por qué sería que mi madre se golpea con más frecuencia contra las paredes y los quicios? este puto extrañamiento de los días, de mi cuerpo, de la vida. ¿dónde y cuándo se supone que debo estar? Responde. Responde ya. Responde porque creo. ¿soy yo quién responde también?
SOY YO LO MONSTRUOSO. ¿LO SOY? LO SOY
Tengo miedo de no ver ya nunca nada, de no ver ya nunca nada, ya nunca nada, nunca nada, nada. Tengo miedo de estar viendo demasiado, de estar mirándome con un telescopio, de estar eliminando el espacio que me separa de mi otra.
ESA ES LA SANA. LA SIN SEXO. LA PURA
Detrás de los espejos he descubierto el mar. Desaparece, desaparece conmigo, vámonos.
Llévame a un estado pre (vio), llévame a ese día, a ese bosque, a esas hojas donde todo yo desaparecía
Mi memoria está en llamas convirtiendo todo en cenizas, las cenizas me llegan a la boca. El futuro siempre ha estado detrás de mí y ahora se aparece enfurecido para enloquecerme para colocarme en el lugar en el que debo estar. Llegamos a una fiesta algo borrachos, la gente en corrillos hablaba de hacer dinero, de hacer más dinero. Una mujer bella pasó a nuestro lado leyendo. Yo estaba como ausente buscando entre los desconocidos una cara, un refugio, lo vi a él. Caminé por el jardín alejándome mucho más de lo que ya lo estaba y cabezas de emperadores cayeron a mis pies, un país pretérito, encogido, negro, violento, se derrumbó ante mí. Sentí la inquietud que me había trastornado antes y súbitamente, la lluvia también volvió, y con ella todas las dudas, puede, y las certezas, ya no te amo. El agua nos caló hasta el alma, los huesos flotaron en nuestros cuerpos, nos elevamos tanto que caímos a la tierra y allí entre los árboles alejados del mundo como extraños, hicimos el amor. Ya no te amo, dilo. y volvimos a ser extraños una vez más. Locos y extraños, hambrientos de lo extraño.
LA CONCIENCIA EN LA NEBLINA DEL MUNDO. DESAPARECE CONMIGO MONSTRUO.
PÁRALO PÁRALO PÁRALO. DESAPARECE
La herida se hace más honda en ese gesto de repetir frente al espejo las frases: “todo está bien todo está bien…”. Mirándome sin excepción, desvelándose lo monstruoso cuando no me reconozco en mí. Están aullando los cajones desesperadamente porque tienen fotos de muertos, de pieles marchitas, de viajes que nunca hicimos, de playas secas, de coches que ahora no son más que polvo rojo. Las frases dichas como por primera vez resuenan en los oídos de los amantes como si ellos y las propias palabras fueran inmortales. Ellos, los primeros, los últimos, los que cuidaran de ellas y finalmente los que las traicionaran.
LA POSESIÓN TOMÓ EL CUERPO COMO POLÍTICA:
-¿ESA PERSONA CON LA QUE ANDAS VA A IR A VER CONTIGO LA EXPOSICIÓN DE LORRAINE?-
Mirabas su piel allí, en los pliegues remotos de su cuerpo cuando estaba tendida sobre la cama y ella pensaba, y no lo entendías. Se consumían las sensaciones y despegaban como estelas de colores iluminadas por el brillo de una lágrima, y tampoco lo entendías. Nada, ni nosotros pertenecíamos a esa habitación ni a ese tiempo ni a ese mundo. Un mundo improvisado cuando nos tocamos y temblamos un segundo, y nos sentimos vivos y a la vez muy muertos, porque es extraño, pero algo muere y algo vive en la mano contra la mano y en el pecho contra pecho. Las paredes se levantan y caen los muros y en medio surge un agujero profundo y nos vemos, ojo contra ojo. Retomamos el baile que empieza y empieza tantas veces que se convierte en lo infinito. Siempre estaremos así, uno contra otro, bordeando las esquinas llenos de ilusión creyendo que los imbéciles son los demás. Volvemos a improvisar y nos encontramos, bailamos temblando, nos besamos temblando, nos herimos temblando, nos escupimos, penetramos, destrozamos, nos amamos, temblando. Temblamos en silencio, nos agarramos muy fuerte, queremos volver a casa.
Deborah García Sánchez-Marín
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Todas las imágenes pertenecen a La frontière de l’aube (Philippe Garrel, 2008), La maman et la putain (Jean Eustache, 1973), Shadows (John Cassavetes, 1959), La notte (Michelangelo Antonioni, 1961). Fondo perteneciente a Aerial (Margaret Tait, 1974)