Fuga de muerte

Dice mi padre que de pequeña yo no tenía miedo a nada, sus palabras han sido “eras bastante decidida”, se lo he preguntado porque no soy capaz de recordar ninguna cosa fantasiosa que realmente me produjera un miedo espantoso. Sin embargo, recuerdo tener miedo cada vez que subía al coche con él (temía que acabáramos saltando por los aires cuando encendiese el motor) y me angustiaba acercarme al buzón, de hecho no tuve llave hasta ser muy muy mayor. Obviamente esto era un reflejo de la angustia que se vivía en mi casa por el terrorismo de ETA. Años más tarde y como punto de inflexión en mi vida, las torres gemelas fueron derribadas en el 11S  pocos días antes de que yo dejara Vitoria para irme a Madrid a estudiar. Creo que me hice adulta en aquel momento frente al televisor, sentada en el sofá junto a mi padre observando cómo el mundo que había conocido se venía abajo. En aquel momento mis pesadillas también cambiaron. Empecé a soñar con ciudades que no conocía, ciudades que recorría corriendo al lado de gente que como yo miraba al cielo horrorizada.

En mis sueños las torres gemelas no han dejado de caer, me pregunto si alguien más comparte el sueño y corre junto a mí mirando al cielo en una ciudad que no conoce.

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Es imposible desligar la ciudad de Detroit de It Follows. Detroit es un personaje más, un elemento organizador tras el cual se esconden claves que permiten enriquecer una lectura que se impone más allá de lo puramente ficcional. Me llama la atención como en los últimos años varias películas han capturado esa atmósfera decadente y pesimista dando lugar a diferentes discursos que explotan la crisis que se vive desde hace más de una década. Son imágenes que funcionan a modo de espejo, de síntoma si se quiere, y que trazan una realidad que se alza incluso más potente que la de los propios relatos de ficción.

 

LDetroit_1as ayudas estatales han funcionado en los últimos años de manera atractiva y han propiciado que multitud de películas hayan usado la ciudad más poblada del estado de Michigan como escenario. Entre las que recuerdo Lost River el debut de Ryan Gosling, y Only Lovers Left Alive en la que Jarmusch decidió homenajear a Huysmans y sus vampiros, trasladando la acción del París de siglo XIX a una mansión destartalada en Brush Park.

Las tres películas cuentan con escenas de transición, siempre desde un coche en las que mediante un travelling se muestran casas abandonadas y calles desérticas. Una capital zombi repleta de barrios en ruinas donde el esplendor de la industria automovilística y discográfica es un eco tan distorsionado como la música que sale de la guitarra de Adam en Only Lovers Left Alive.

 

detroit_2La ciudad es algo fantasmagórico, una abstracción, igual que el terror en It Follows. El escenario podría pertenecer a cualquier ciudad igual que lo que persigue a los personajes puede tener cualquier aspecto. En un instante ese terror cobra forma, una vieja, una joven desnuda o un tío gigantesco. No es hasta el final de la película que las palabras de una de las protagonistas desvelan que esa ciudad es Detroit. Detroit que ha sido también escenario para una fábula: una ciudad que sobrevive sumergida en Lost River, y también una decadente urbe fuera del tiempo sumida en la noche y hogar de vampiros en la cinta de Jarmusch.

 

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It follows comienza en medio de una carretera de un barrio residencial, casas unifamiliares a los lados y un camino asfaltado  que se extiende hacia lo lejos bordeado por árboles que se elevan. El plano de apertura de la película es un plano sin cortes, la cámara gira sobre sí misma, 360º siguiendo a una chica joven que corre en camisón y que huye finalmente en su coche. Quiere escapar pero, ¿de qué? Algo persigue a esta chica, y después a Jay la protagonista, una especie de maldición que se activa a través de las relaciones sexuales y que va más allá de toda interpretación, metáfora o reminiscencia de  éstas y que pone de manifiesto, y funciona como síntoma de una sociedad, la estadounidense, que parece haber encontrado y sublimado el terror abstracto al albor de la última década. Los protagonistas de It Follows tienen sexo y eso tendrá consecuencias.

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Metáfora sobre el sida, terror existencial, miedo generalizado de unos habitantes hacia años de decadencia y ruina. Pero también delincuencia, racismo y paranoia a cruzar el muro que sigue levantado en Detroit desde 1941 y que segregaba la ciudad.

Cobran entonces especial relevancia algunas escenas, la de sexo dentro de un coche que precede a toda esa explosión de terror con una gran fábrica en ruinas como único testigo. Jay se llevará la maldición desde los suburbios a la zona residencial y tratará de escapar de ella viajando hacia el norte con sus amigos repitiendo el mismo patrón migratorio que generaciones anteriores. En Only Lovers Left Alive se deshacían de los cadáveres también en un complejo industrial destartalado.

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Esa premisa que hace hincapié en el sexo (el exceso) y la posterior maldición (la ruina), va acompañada por instantáneas de una Detroit más oscura aún si cabe en la ficción. Los travellings que mencionaba antes ofrecen la imagen anacrónica de unos suburbios imposibles de encasillar en el tiempo. Algo parecido le sucede a It Follows, coches y ropa de los años ochenta, películas en blanco y negro pasadas por la televisión, ausencia de teléfonos móviles y el elemento perturbador , que una de las protagonistas lea El Idiota de Dostoievksi en un e-reader con forma de concha que ahora mismo hace furor en las redes sociales. O quizá el anacronismo más deliberado, que todos los protagonistas sean blancos. En Detroit, en It Follows,  también en Only Lovers Left Alive, (la sociedad dividida entre zombis y vampiros) la paranoia racial de antaño convive con el terror a la depresión económica.

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David Robert Mitchell demuestra solidez en el uso de los recursos cinematográficos, las escenas en primera persona, el ojo de pez o  la profundidad de campo, que hace que el slashing en el que transcurre gran parte de It Follows comience en lo mental y se aproxime desde la distancia, prolongando así  la atmósfera de tensión. Todo ello apuntado por una banda de sonido donde los sintetizadores ochenteros crean un estado continúo de alarma.

El miedo es en It Follows una continuación de esa amenaza que no se ve. Es una anunciación. Es lo que arranca de lo invisible la imagen de terror.

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Es una película donde las imágenes que la componen son más grandes que ella, que habla de los miedos de la sociedad estadounidense de principios de este siglo XXI. Una sociedad que tiene miedo de follar, de relacionarse, de vivir, de dejar de ser. Y es ante todo síntoma de una sociedad que vive esperando otro acontecimiento que los noquee y el reflejo de una sociedad que vive continuamente mirando al cielo esperando el ataque de un enemigo imposible de identificar.

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Deborah García Sánchez-Marín

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Todas las imágenes pertenece a It Follows (David Robert Mitchell, 2014), Only Lovers Left Alive (Jim Jarmusch, 2012) y Lost River (Ryan Gosling, 2014)

[1] Fuga de muerte, Amapola y memoria, Paul Celan, 1952. Traducción de Jesús Munárriz.