IDA

Soy la que soy. Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escama
de debajo de algún árbol.
(W.S)

Estos versos de la poeta polaca Wisława Szymborska parecen rendirse con benevolencia a la perplejidad sometida de existir. La pregunta insertada en la irrevocable meditación de la consciencia del Hombre se abre al yermo campo en el que han de resonar permanentes tiros en el vacío: las certezas no sobrevuelan jamás como lo hacen las dudas, o la en ocasiones desoladora advocación a la (inútil) búsqueda incesante.

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Y en el caso de la cruzada hacia la identidad propia, hacia eso que somos, y al por qué lo somos, no hay más clarividencia que la que parece otorgar cierta rendición a lo inmanejable. Tal vez sólo la fe, en los anales históricos, ha ejecutado el papel para aquellos que la han elegido, de consoladora boya dentro de la exhaustiva danza de esas mareas confusas que suponen vivir. Una baliza no por ello indemne, y desde luego, jamás consuetudinariamente satisfactoria. Pero, ¿acaso hay posibilidad de tomar alguna dirección que exima de los riscos que van sobresaliendo, perpetua e incansablemente, en la extensión del camino?

 

En Ida (íd., Pawel Pawlikowski, 2013), estas temáticas se alzan en filigranas desarrollando un relato de una belleza y una emotividad inusuales, singulares, y en ocasiones, estremecedoras. La pugna por escarbar en los propios orígenes, por extraer del fango de las pérdidas ciertas referencias necesarias para tratar con nuestros encorsetados materiales humanos, se torna en última instancia el, tan narrativamente tratado, viaje íntimo hacia las profundidades insondables de la entidad.

tumblr_nhyfu6K8121qcsl3lo3_r1_250 tumblr_n8998w5t8f1qghl49o1_500 La película ensambla su propio telón endémico y oscuro, un trasfondo teñido por la decadencia y la culpa imperantes en un país perdedor y perdido, que es la Polonia post-holocaústica de los años 60, tensa y silenciosamente constreñida aún por heridas sin coser y por el peso de remordimientos y rencores cuajados, en vilo. Y sin embargo, no es este en absoluto un film político, siquiera juicioso con una situación tan espeluznante como es aquella de la huella articulada por las masacres derivadas del terror y la salvaguardia egoísta de la propia vida. Ni tampoco es una exploración de las facturas personales y nacionales consecuentes a estos despojos póstumos de la catarsis. Y por otro lado, aunque sítumblr_n7w40gf66V1s4q8pco1_250 vaya rozando conceptos y símbolos como la religión, el comunismo y sus jirones, o esa referida necesidad de conocimiento “meta-genético”, tampoco encumbra estos lexemas como engranajes narrativos. No. Ida es algo diferente. Es una obra extraña e hipnótica, y de una sensibilidad paradójicamente etérea y dolorosa, así como un ejercicio maestro de tesitura, formalidad y emoción cinematográfica, una pequeña, poco ostentosa, pero profundamente brillante joya.

Su historia se entrega al acompañamiento de las revoluciones y revelaciones interiores deIDA5 sus dos protagonistas. Dos almas de texturas opuestas, inyectada la una en alcohol, frustración furiosa y cinismo, y acorazada, serena e inescrutablemente, la otra por su creencia perseverante en el catolicismo.

 

La huérfana novicia que aún no sabe que es judía y está a punto de jurar sus votos, tan tumblr_n7w40gf66V1s4q8pco2_250nacarada y hermosa como reacia a la expresión vocal o gestual, con ese rostro luminoso y al mismo tiempo hermético que nos descubre la intrigante actriz Agata Trzebuchowska, vive enclaustrada a la disciplina metódica y rígida del convento. Mientras la tía, ex fiscal del Estado comunista venida a menos, se tambalea abruptamente por los trazos de un devenir tumblr_nkvol4vCkp1s98u1go3_r1_250 irregular, apuntalado de jazz, borracheras amargas, tabaco y fantasmagóricos hombres de una noche.

Ambas se encuentran por primera vez en el apagado rellano del piso de la segunda, en un plano largo, de una mirada fija, tensa y descarnada entre ellas, y a lo largo de la cual parece fundamentarse la diferencia frontal de sus estilos de vida. La joven Ida, recta y casi inerte, inmóvil con su maleta en la mano, parece hallarse detenida en estado de despierta espera, y la hermana de latumblr_nkvol4vCkp1s98u1go4_r1_250 jamás conocida madre, apoyada entre el humo de su inmortal cigarrillo, bloquea la puerta y lo que parece es sopesar, desafiante, a su sobrina. La mirada se prolonga en el estático y enmudecido encuadre, inevitables segundos, hasta que la tía permite el paso de Ida al interior doméstico de su revoltoso mundo.

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tumblr_nfz3fxmnZp1qzvmf3o2_1280Ha de ser ése el punto en el que se corrobora lo que ya desde los primeros planos en torno a las austeras actividades del frío convento, -unos planos longevos, crudamente estéticos-, se manifiesta como captación fascinadora al acontecer de sus criaturas, y por ende, la batuta estilística y descriptiva de su creador, que es capaz de conjugar la travesía de estas dos mujeres por las carreteras y poblaciones desangeladas de Polonia como una experiencia seductoramente magnética. Preñada sin necesidad de aspaviento alguno, de una humanidad que empapa hasta el tuétano. Es inconcebible no realzar como elemento indispensable de la construcción técnica del film, la exquisita fotografía en blanco y negro, pulcra, escrupulosamente expresionista y lánguidamente lumínica.

Todo, desde la raída y espectral neblina que se mantiene acechante sobre los paisajes hostiles y los bosquecillos impenetrables que las dos viajeras van dejando atrás, hasta el espacio oloroso y sombrío de ese establo en el que Ida palmea con suavidad el lomo de tumblr_n7w40gf66V1s4q8pco6_250una vaca, pasando por las noches alicaídamente festivas en el salón de conciertos del hotel (al ritmo de un Coltraine propugnado por la figura trascendental del saxofonista, otro tótem del viaje de descubrimiento de Ida), o la oscura tierra del cementerio en la excavación de la tumba, se niquelan con la paleta de elegantes grises, propulsores absolutos de la atmósfera triste y melancólica que envuelve la película.

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Un entorno y unos espacios que van entramándose a la perfección bajo el tono y la composición de los planos: ascéticos y dominados por la rectitud en la forma y cantidad de sus elementos, estáticos, largos y silenciosos. Enfáticamente recostados en unos encuadres extraños, turbadores incluso en ocasiones, en los que el desmesurado (desde el punto de vista clásico) aire en las zonas laterales y en la parte superior de la enmarcación de cámara, así como ciertos cortes de los componentes en cuadro, dan sensación de una muda y delicada ruptura.

tumblr_ng8djum5En1qay8v2o3_1280El lenguaje del que se vale el director es el de una firmeza esbelta, oportunamente, en conveniencia del relato, desasosegante. La película se haya además filmada en formato 4:3, lo que limita la laxitud horizontal de la pantalla y corona con subrayada importancia la dimensión “tierra-cielo” de los acontecimientos, vagabundeos y devenires en escena. Y es a través de estos códigos de sintaxis con los que la semántica pura del film, la tragedia quietamente desenrollada, alcanza su esplendor de mano de dos actrices gigantescas, que enriquecen hasta la conmoción a sus personajes, dotándoles de matices y fisuras, en dos interpretaciones muy diferentes, sintónicas con las personalidades de sus representadas, pero igualmente destiladoras de una credibilidad y sentimiento abrumadores.

Porque Ida puede condensar la fuerza y la probidad de su espiritualidad a través de sus ojos, grandes, negros, abiertos y hechizantes, mientras que su tía Wanda es puro nervio, brusquedad y ácida decepción por todo, inclusive ella misma. Pero lo cierto es que a través de su relación, y de la retroalimentación que esta supone, sus reversos se van IDA2paulatinamente integrando en esta búsqueda de una verdad encarnada en calaveras, huesos y ropas del pasado escondidos en la incertidumbre, sobrina y tía van dando paso a un “enamoramiento” mutuo, llevado a su cúspide en la sala de espera del hospital, cuando la sarcástica y dura Wanda rompe a gemir, y es Ida, inalcanzable y angelicalmente remota, la que sostiene con estrechez a su tía y su crudo dolor.

 

 

tumblr_nhyfu6K8121qcsl3lo5_r1_250Cada una ultima su simbólica travesía a su manera, pues necesariamente ha de haber un colofón, derivado de los escollos que han sido afilados en el aire del peregrinaje, y lo cierto es que ninguna de ellas acaba traicionando la esencia de sus esquemas, en lo que parece a primera vista un retorno a los principios personales, algo, que sin embargo, ya no es en absoluto posible.

La película parece tener así sus dos respectivos finales, en justicia a su dúo de protagonistas, y ambos vibran con una carga dramática desoladora, sin subterfugios ni exclamación alguna, limitándose a la ilustración por sí sola tumblr_nhyfu6K8121qcsl3lo7_r1_250infortunada de ciertos designios humanos.

 

Wanda se concluye a sí misma en la que supone una de las escenas más escalofriantes y brutales que recuerdo haber visto en mucho tiempo, tras pasearse descalza y a medio vestir por su salón, tras ajustar el disco de vinilo, para que nunca deje de sonar su amada música, y tras ir a envolverse en el negro y largo abrigo que lleva durante toda la película (en contraste al más claro rebozo de Ida, otra sutileza

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fotográfica para subrayar el color de cada temperamento). Con la seguridad intachable que la caracteriza, su fin chorrea puntiagudo hielo al exterior de la pantalla, mientras que el proceso de Ida, esa recreación autodestructiva de la tía a través de un largo tumblr_nckl5t84xt1r8bxs1o3_500y ahogado primer plano, con la botella de alcohol como único partenaire odiséico, es de una angustiosa desazón. Leve aproximación a un abismo ajeno, y también a una liberación enigmática (su embriagado enrollamiento entre las gaseosas cortinas tiene algo de placentero baile fúnebre), que no obstante, deshecha para volver a sus propios orígenes, a la cuna de esa fe que no ha salido libre de mellas, pero que sin embargo, parece lo suficientemente intacta como para recibirla de vuelta. Su retorno, tras esa mancillación que no sabe a mancillación, ¿significa, contrariamente, una huida, otra raza de escape a la que elige su tía en ese desesperanzado y sobrecogedor salto altumblr_o1mnm4iuWf1shem1ho1_500 vacío? El plano de seguimiento frontal, con la cámara broncamente en movimiento, que contrasta con todo el anterior estatismo, parece señalar las turbulencias bajo la carne aparentemente fría.

Así que es posible, sí, pero intentar desentrañar con ojo clínico las conjeturas, pasos, anclas y ventiscas de Ida, supone pecar algo contra la tónica poética de la película, contra esa firme y desangelada belleza que parece expresar mucho más por sí sola de lo que podría cualquier incisivo interrogante.tumblr_nnw182ggg31rsyukao1_1280

 

 

Al salir del cine al bochorno estival de una ciudad vestida de tarde y tan radicalmente enajenada y ajena a la esfera de la película, se detesta sobre todo, ese bullicio catatónico, esa cacofonía metropolitana que absorbe a sus componentes materiales y humanos, y succiona a estos últimos de cierto sentido del cobijo de espíritu y de la perceptibilidad de las cosas en IDA6derredor. Uno desearía en ese instante encontrarse a solas y en silencio en medio de la neblina pálida por la que Ida y Wanda atravesaban las carreteras polacas en coche, y pensar, o no pensar, en esa perplejidad sometida de existir.

 

Claudia Benlloch